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La insoportable levedad del ser

Reseña

Imagen tomada de: Planeta Libros

Obra maestra del escritor Milán Kundera, publicada en 1984. En ella sus personajes se ven envueltos de cierta manera en un ambiente caótico, la postguerra en la Checoslovaquia de los años 60.

Tenga el lector presente que probablemente no sea la tradicional historia de amor, que, si se puede plantear, estamos acostumbrados leer. En esta obra Kundera plantea conceptos filosóficos en torno a las teorías de psicología del mismo Nietzsche, la idea de “el retorno eterno” en la cual, nuestro universo y nuestra existencia han ocurrido un número infinito de veces y continuarán ocurriendo hasta el infinito. Parte de aquellos cuestionamientos filosóficos que no podemos llegar a entender, de aquel resultado de guerras perdidas con una que otra batalla ganada, pero que, en sí, el resultado de toda esa lucha, la vemos cada mañana cuando nos miramos al espejo, la aceptación como una filosofía de vida.

“El amor puede surgir de una sola metáfora” Al inicio de la novela conocemos a Tomas , un cirujano muy exitoso, agraciado y educado, se podría decir que cabe en el prototipo de “hombre perfecto”, pero, no todo lo que brilla es oro; Tomas no soporta ningún tipo de compromiso emocional, es decir, Tomas era aquella persona que percibe el amor romántico como un peso, una carga insoportable por lo que huye de ella, aceptando la levedad del ser, una cierta falta de significado y compromiso en la vida, es decir, se entrega por una belleza momentánea.


En un café conoce a Teresa, una mujer sencilla e inteligente. Ella sentía que su encuentro tarde o temprano iba a suceder, una fiel creyente de los hilos del destino que conducen a un predeterminado final, lo que, con el tiempo, Tomás desarrolla totalmente algo contrario, un sentimiento muy cercano a la lastima y pena, mientras que Teresa buscaba en él protección y un amor de cuento de hadas, puro y omnipotente, y de esta dinámica surge su unión.


Teresa se instala en la vida de Tomas, puesto que, para ella, él era su salvación, su escapatoria de aquella frustrante vida que tenía en aquella cafetería, pero Tomas es un hombre que no soporta una relación que implique cierto grado de responsabilidad debido a que sentía su libertad comprometida, siente un peso insoportable por el amor romántico y rechaza totalmente la intimidad. A pesar de todo esto, encuentra en Teresa una singularidad que no puede resistirse, la ve como un ser indefenso y no es capaz de dejarla sola, por compromiso o amor, se hace cargo de ella. “Es posible que no seamos capaces de amar precisamente porque deseamos ser amados, porque queremos que el otro nos dé algo (amor), en lugar de aproximarnos a él sin exigencias y querer sólo su mera presencia”. Tomas no renuncia a sus encuentros sexuales y hace lo posible para que ese aspecto de su vida no contamine su relación, y Teresa por su parte, no le exige fidelidad, aunque su comportamiento la termine hiriendo, y es aquí en donde se percata de su debilidad y no quiere luchar contra ella, sino todo lo contrario, se entrega, quiere ser humillada, quiere caer y estar abajo, en el fondo de su vergonzosa debilidad.

Los rusos ocupan Checoslovaquia (1968) y un médico suizo llama repentinamente a Tomas y le pide que vaya a Suiza, él y Teresa se mudan a Zurich, donde durante seis meses mantienen una relación estable pero cuando Teresa descubre que Tomas sigue viendo a Sabina regresa a Praga, se marcha y le escribe una carta en donde lo libera de su peso, lo libera de ella, dejando atrás todo momento y recuerdo de él. Tomas no podía pasar por alto a Sabina, una de sus amantes, con la cual logró entablar una amistad erótica, es decir, era la única a quien frecuentaba, pues las demás, solo las veía una sola vez. La característica que más llama la atención sobre Tomas es aquella independencia emocional que gozaba y envolvía a Sabina, pues con ella sus pasiones carnales conectaban, ella no buscaba nada más allá de aquel acuerdo tácito erótico, se podría decir que ella lograba entender más a Tomas de lo que podía hacerlo Teresa. Sabina, como pintora independiente que disfruta abiertamente su sexualidad, basada en la filosofía de que la felicidad se encuentra más allá de las pautas estéticas tradicionales, es decir, para ella mantener una relación era como privar su libertad, se sentía inmediatamente aprisionada, necesitaba huir y sentirse viva como resultado de crecer en un individualismo y ausencia de lazos, esta era la sensación por la cual frecuentaba con Tomas. No obstante Tomas por alguna extraña razón que no termina de entender la busca y se regresa a Praga para recuperar a Teresa, justifica su egoísmo y lo llama “amor”. Pero para Tomas el amor y el sexo no pueden trabajar juntos, pertenecen a dos dimensiones diferentes, aquí no puede y no tiene nada que ver lo uno con lo otro, el sexo es simplemente un intercambio físico que, para él, está lejos de poder crear algún tipo de afecto o lazo emocional. “El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino en el deseo de dormir junto a alguien.” Lo único que podía tener claro Teresa, era que ella no podía ser igual a las demás conquistas de Tomas, pues ellas solo era un recipiente vacío, como un cuerpo sin contenido y ella todo lo contrario, un manojo de emociones y sentimientos que de alguna u otra forma Tomas no podía pasarla por alto. El peso que ella carga consigo es realidad de la cual no puede escapar, una infancia difícil de superar donde su padre muere en la cárcel como preso político y su madre fue abusiva, pues siempre la ha ridiculizado a su por su apariencia, culpándola por todos sus males y Teresa crece con la idea de que vergüenza y humillación ante el cuerpo humano, la fragilidad y la debilidad de la desnudez, un sistema con el que no se siente identificada, quiere encontrarse a ella misma pero más allá de la materia, quiere encontrar su alma en el reflejo pero lo único que puede observar es a su madre en sus propios rasgos, esa mujer que se entregó a la vulgaridad y que perdió la belleza de la juventud.


Esta levedad y fragilidad sobre el peso de la existencia de Teresa, es justamente lo que llama la atención de Tomas, pues él busca la esencia en cada una de sus amantes, sus características que van más allá de lo físico que desea encontrar en la intimidad. “La idea de estar desnuda delante de otras personas le aterra debido a que considera que la desnudez iguala a las personas en su fragilidad y las expone como lo que realmente son.” Mientras que en Ginebra Sabina conoce y vive una relación tormentosa con Franz, un hombre casado que no ama a su esposa, pero con una ideología de encontrar aquel amor perfecto que un día llego a sentir gracias al cariño de su madre y que ahora en su adultez trata de proyectar, pero estas diferencias tan grandes entre Sabina y Franz con frecuencia se malinterpretan y hacen que la relación llegue a un punto totalmente desequilibrado, en donde Franz es totalmente infeliz. “El amor es impensable sin violencia. - ¿y porque no utilizas nunca tu fuerza contra mí? - Porque amar significa renunciar a la fuerza - Dijo Franz con suavidad.” Fue entonces donde Sabina se dio cuenta que por más hermosa que haya sonado aquella frase, Franz quedaba totalmente descalificado para su vida erótica por su debilidad, pues ella rechaza la fidelidad a toda costa, para ella es una forma diferente de suicidio, aniquilando cualquier capacidad crítica individual, limitando al ser humano a un esquema creado por la sociedad que termina en infelicidad. Para ella su sinónimo de felicidad era la traición, lo que presume en su máximo esplendor la libertad, necesitaba respirar la irracionalidad de sus decisiones, necesitaba marchar al filo de las consecuencias y vivir la ligereza de la casualidad, rebelándose a esa falsa idea de la felicidad y del amor, que le resulta y encuentra totalmente opuesta al erotismo. “La carga más pesada es, por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será”. Tomas termina optando por el peso que significa estar junto a Teresa, por aquella fuerza incomprensible que la hace quererla a pesar de que la hunda más y más. Teresa por su parte busca el perdón por hacerlo infeliz, se transforma en metáfora del peso: su traumática infancia, su dependencia emocional por Tomas y su desnudez como una vergüenza para el concepto de belleza, hacen de ella una bola de acero atada en el tobillo de Tomas. Sabina por otro lado, termina optando por la levedad y el vacío que trae consigo, va de traición en traición, pues no desea cargar con emociones ni dependencias similares, lastimosamente ella tampoco logra entender que se esconde detrás de su deseo por traicionar y huir. Todos los personajes, a su manera, están incompletos y son infelices por uno u otro motivo, muchos se muestran pesados y terminan condicionando a los que los rodean con sus decisiones, sintiendo todos el peso de la existencia en algún punto de sus vidas y es esta conducta es la que los hace insistir, someterse y atarse más al peso. “Ni siquiera el propio dolor es tan pesado como el dolor sentido con alguien, por alguien, para alguien, multiplicado por la imaginación, prolongado en mil ecos. El dolor ajeno llega a ser más duro que el propio. El amor hace que esto sea así. La compasión es un gran peso porque es un dolor irresoluble.” Es aquí donde Kundera vincula la levedad y el peso como una filosofía, la levedad como la ausencia de significado o propósitos en la vida y el peso como la lealtad a una causa, la aceptación de que algo es y se mantendrá de cierta manera determinada por nuestra voluntad y decisiones, lo cual traza un camino en nuestras vidas, el peso del “eterno retorno”.

“El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive sólo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores.”

 
 
 

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